La vitamina K es una vitamina liposoluble, que se encuentra fundamentalmente en los vegetales verdes. También es sintetizada por las bacterias intestinales.
Fue descubierta en 1929 por el científico danés H. Dam, que le puso el nombre de vitamina K por su relación con la coagulación de la sangre “koagulering” en danés. En el cuerpo, juega un papel importante en la coagulación de la sangre, ya que favorece los problemas de coagulación en los recién nacidos que no tienen suficiente vitamina K; y para tratar el sangrado causado por medicamentos como los salicilatos, las sulfonamidas, la quinina, la quinidina o los antibióticos.
Se usa también para prevenir y tratar la debilidad en los huesos (osteoporosis) y para aliviar la picazón que a menudo acompaña a una enfermedad del hígado llamada cirrosis biliar.
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