Como ya sabeis, todas las variedades de té se diferencian por su mometo y forma de recolección. El té blanco tiene una característica muy peculiar,
ya que se realiza solo con los nuevos brotes que da la planta después del
invierno. Debido al color de los brotes, se le conoce como té blanco o yinzhen
(agujas de plata), pues los brotes todavía están cubiertos por un
vello blanco.
Este té, considerado suave, aromático y evocador, es uno de
los más caros del mundo. En su origen estaba reservado para el consumo personal
del emperador y sus allegados por su creencia de ser uno de los secretos para
la vida eterna. En esos tiempos estaba incluso castigado con la pena capital el
consumo por personas ajenas a la corte.
Su recolección se realizaba en la antigüedad con guantes
blancos y tijera de oro para mantener la pureza de la materia prima. Para la
obtención de 250 gramos de este apreciado té, se requiere más de 90.000 brotes, lo que hace que se trate, hablando de una pureza del 100%, de unos de los tés más
caros del mundo.
Una de las propiedades más características de este té es la
cantidad de antioxidantes que posee. Este es un 100% más efectivo que el té verde
porque posee tres veces más de polifenoles, uno de los componentes que poseen
todos los tés que aumentan los organismos y neutralizador de radicales libres.
El té blanco genera una protección de la producción de
lípidos, una 10 veces más que el té verde e incluso posee más que la vitamina Cy la vitamina E juntas. Por ellos, es un producto muy reconocido en el mundo de
la cosmética por sus beneficios para el cuidado de la piel.
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