El catarro común es una infección, generalmente benigna, originada por varios tipos de virus, siendo el más frecuente el rinovirus.
El catarro suele comenzar con dolor de garganta, con la sensación de que raspa al hablar o al tragar; seguido, generalmente, de rinorrea (goteo nasal), estornudos, malestar general y obstrucción nasal. Muchas personas pueden presentar tos.
A diferencia de lo que indica la creencia popular, la susceptibilidad a los catarros no viene dada por los cambios de temperatura ni por la exposición al frío. Es decir, estas circunstancias no son las responsables de que cojamos un catarro o de que nuestro sistema inmunitario se haga más vulnerable. Tampoco el estado de salud ni la alimentación parecen influir demasiado. Sin embargo, sí es cierto que una persona cansada, en estado de ansiedad, aquellos que tengan historia de alergias o padezcan asma, o las mujeres que están atravesando la mitad de su ciclo menstrual, son más susceptibles de desarrollar los síntomas.
Una buena limpieza de las manos tras estornudar, tirar los pañuelos desechables a la papelera inmediatamente después de usarlos, y utilizar desinfectantes para las zonas o áreas en las que se encuentre una persona con catarro, son los medios más efectivos para prevenir el contagio.
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